Si te acabas de mudar a otro país seguramente esperas vivir una experiencia singular que cambie tu vida por completo. No obstante, imagina que después de establecerte sientes que las cosas no marchan tan bien como esperabas.
De repente, todo el tiempo estás triste, enfadado, ansioso, preocupado o nervioso. En algunos momentos te invaden sentimientos de fracaso y llegas a pensar que tomaste una decisión equivocada. En estos casos, conviene revisar a profundidad si padeces el síndrome del emigrante.
¿De qué se trata esto?, ¿cuáles son sus principales síntomas? y en caso de que lo padezcas ¿cómo puedes afrontarlo? En las siguientes líneas encontrarás información detallada sobre todas estas cuestiones.
Tabla de contenidos
¿En qué consiste el síndrome del emigrante o síndrome de Ulises?
El síndrome de Ulises también es conocido como síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple. Consiste en un malestar intenso de tipo emocional que experimentan las personas que han dejado atrás el lugar donde vivían habitualmente.
Un cambio de esta magnitud muchas veces supone la solución de ciertos problemas. No obstante, el proceso suele ser un poco más complejo de lo que parece. Al emigrar la vida cambia, las personas dejan atrás a sus amigos, familiares ascendentes o descendientes y el entorno que conocen.
Se enfrentan a un choque cultural importante, nuevas costumbres y tradiciones. Igualmente, según el lugar, las condiciones climáticas pueden variar y para comunicarse con otros necesitan aprender una lengua distinta. En definitiva, tendrán que adaptarse a una nueva realidad y la zona de confort desaparece.
Podría decirse que el duelo migratorio es similar al sentimiento de pérdida que experimentan las personas tras la muerte de un ser querido. Los que emigran deben acostumbrarse a vivir de un modo diferente, sin lo que tenían antes.
La depresión migratoria se ha considerado como una afección de tipo emocional, mental y física. Los que la padecen suelen sentirse como en una encrucijada. Para nada sorprende que emerjan sentimientos de inseguridad y tristeza.
Es normal extrañar lo que dejas atrás. No solo las personas sino también la tierra, los paisajes, los códigos culturales, el sentido de pertenencia o cualquier otro elemento que formaba parte de la cotidianidad.
Principales síntomas del síndrome del emigrante
Cuando cruzas determinada frontera te expones a una situación de vulnerabilidad. Cada individuo enfrenta las nuevas circunstancias de una manera diferente. Expertos en la materia refieren que el síndrome de Ulises afecta en mayor proporción a las mujeres que a los hombres.
Dificultades relacionadas con la legalidad, el rechazo de la sociedad, la imposibilidad de conseguir un empleo estable, una vivienda segura y la comida. Estos son solo algunos de los detonantes que pueden originar la aparición de dicho síndrome.
Es necesario aclarar que tras este tipo de cambios es normal que surja el duelo migratorio clásico, que suele desaparecer en poco tiempo. El síndrome del inmigrante va más allá. Se trata de una serie de reacciones que se producen de manera crónica y que deben ser tratadas adecuadamente.
Por eso, es indispensable prestar atención a sus principales síntomas.
• Profundos sentimientos de soledad:
Los emigrantes se sienten solos, extrañan profundamente a sus familiares o amigos y son proclives al encierro.
• Miedo, tristeza o enfado desmedido:
Sienten temor a fracasar de su proyecto migratorio o a todo lo que les rodea. Es normal que surjan ataques de ira, se enfaden por cualquier causa o les invada el desánimo.
• Estado depresivo crónico:
Manifestaciones de baja autoestima, llanto frecuente, sentimientos de culpa y poco interés para hacer las actividades diarias. En ocasiones, pueden surgir ideas suicidas.
• Ansiedad y preocupación excesiva:
La ansiedad es una reacción habitual a situaciones de estrés, así como el temor, las inquietudes o las palpitaciones. La intranquilidad a veces es desmedida e injustificada. Nunca desaparece.
• Falta de ánimo:
Cada día es una lucha constante y cualquier esfuerzo físico parece demasiado. La somnolencia, el aburrimiento y la apatía son más frecuentes.
• Hiperactividad:
Tendencias a la distracción, la impulsividad e incapacidad de mantenerse en concentración. Comportamientos como la agresividad, movimientos repetitivos e inquietud se hacen evidentes de manera intensa.
• Trastornos del sueño:
Se producen cambios importantes en los hábitos de sueño. Dificultades para dormir, despertares nocturnos, agitación, apneas o afines.
• Presencia de diferentes manifestaciones físicas:
El estrés severo produce fatiga, dolores musculares o cefaleas. Debido al trastorno de ansiedad tan generalizado no hay lugar para la relajación.
• Relaciones personales afectadas:
La sensación de bienestar disminuye y suelen tener problemas para relacionarse con otros. Falta de habilidades para encontrar amigos y mantener buenas relaciones. El miedo al rechazo aumenta la tendencia al aislamiento.
• Estados de confusión:
La pérdida de la memoria, dificultades para prestar atención y tomar decisiones. Incapacidad de pensar y actuar de manera clara como de costumbre. Existe una sensación de desorientación.
Consejos para afrontar el síndrome del emigrante
El primer paso para llevar a cabo un cambio consiste en reconocer que hay un problema. Entender que estando solo no serás capaz de cambiar tus circunstancias emocionales. Presta atención a los síntomas y nunca ignores las señales que están frente a ti.
Ahora bien, a fin de afrontar satisfactoriamente el síndrome de Ulises se recomienda tener en cuenta los siguientes consejos:
• Crea una red de apoyo social
Establece contacto con otros inmigrantes que vivan cerca del lugar donde vives, compartan sus vivencias y experiencias. Te sorprenderá saber que no estás solo.
• Haz ejercicio físico, alguna actividad que te agrade o hobbies.
El yoga, la meditación, correr, bailar o cualquier otra que contribuya a reducir los niveles de estrés. Intenta entretenerte con cosas que te hagan feliz y despejen tu mente. El contacto con la naturaleza suele ser muy efectivo.
• Ocúpate y deja de lado la inactividad.
Saca el máximo partido a las oportunidades y no te quedes estancado en el pasado. Convierte tu vida en algo mejor.
• Evita victimizarte, compadecerte o ser fatalista
Ninguno de estos extremos son buenos para tu salud mental. Fija nuevos objetivos, metas y proyectos. Trabaja para conseguir lo que te propongas a corto y largo plazo.
• Pon de tu parte y ten la mente abierta
Procura integrarte, aprender sobre las costumbres y tradiciones. Aprovecha para disfrutar al máximo la experiencia.
• Piensa en las cosas positivas que te rodean.
Agradece la vida y trata de abordar tus nuevas circunstancias desde el optimismo. Centra tu atención en lo bueno.
• Mantén las líneas de comunicación abiertas con tus familiares y amigos.
Estos suelen ser un punto de apoyo importante, indistintamente de que estén lejos de ti.
• Sigue un plan de alimentación saludable y equilibrada.
Añade todos los nutrientes necesarios para recuperar las energías.
¿Cuándo debes pedir ayuda?
Tras un proceso de migración es normal que te ataquen dudas, temores o que en algún momento padezcas cierto grado de ansiedad. No obstante, poco a poco las cosas deberían normalizarse hasta conseguir el correcto equilibrio emocional.
Los profesionales refieren que si durante un plazo de 3 meses el malestar intenso se mantiene o empeora, significa que es momento de pedir ayuda. Sobre todo, si interfiere en tu salud, desempeño laboral o estado de ánimo
Ante todo, consulta a un médico a fin de realizar un diagnóstico y descartar cualquier patología. Asimismo, apóyate en los profesionales de la psicología. Estos últimos podrán proporcionarte las orientaciones necesarias para trabajar oportunamente tanto el duelo como el sentido de pertenencia.